6.02.2006

En un lugar llamado...

Supongamos por un momento que grandes corporaciones internacionales crearan un medicamento que nos hiciera más felices a todos. Luego, un grupo de grandes pensadores filósofos o estadístas da igual, opina que debería ser repartido voluntariamente. Su producción y reparto serían subsidiados por distintos organismos internacionales en coordinación con los centros de salud locales.

¿Qué opiniones empezarían a inundar los medios? Primero aparecería la reacción, gente diciendo que la felicidad no puede meterse en una pastilla, que la felicidad no puede ser sólo un estado químico producido por el efecto que ciertas glándulas y sus secreciones tienen en nuestro organismo. Habrá quien incluso llegue a decir que es un estado del alma y que cualquier otro intento es una clarísima e inaceptable aberración.

Por otro lado aparecerían los que, llenos de ilusión, imaginarían a un mundo en el que al fin la gente pueda decidir cada mañana si quiere o no ser feliz. Sería una gran victoria para los erradicadores de males, no han vencido a la pobreza pero ¿qué tal si vencieran la infelicidad?

Pues,¿quién no lo querría? Es más, habría incluso partidarios de la idea de obligar al resto de los hombres a ser felices, quizá al estilo de aquéllos que querían obligar a los hombres a ser libres.

Pero como siempre, habrá quienes levanten la ceja y comiencen a mirar que las posibilidades van desde quitarle la "u" a la palabra "utopía" hasta la revolución del felicidad y la imposición de su dictadura. Serás felíz, quieras o no.

Transformarían la idea de satisfacción hasta la de ocultarla en el diccionario y retirarnos a los cínicos amargados la prerrogativa de la queja y le inconformidad. Pero ¿Qué pasaría si todos fueramos felices todo el tiempo? Aprovechando la felíz distracción, reinventaríamos la miseria

Algún terapeuta dirá que lo que digo es un signo de alguna patología psicológica, pero consideremos esto ¿Quién tendría deseos de hacer algo si ya es felíz? ¿Quién pondría atención en sus necesidades si de su satisfacción no depende su bienestar emocional? No habría nadie buscando respuestas, no habría nadie proveyendo respuestas. No habría derecho al desorden ni a marcharse. Si el prozac acabó convirtiendo el existencialismo en una moda qué haría semejante pastillita en un mundo que empieza a considerar que los índices como el PIB deberían incluír una medición de bienestar. Perderíamos la oportunidad de llamar trágicos a los acontecimientos y regresaríamos a llamarlos símplemente irónicos -mira, permanece en una situación deplorable, pero es feliz- -No posee los medios para salir de su situación, no tiene educación ni salud ni dinero, pero no está resignado, es felíz- -Africa es miserablemente felíz.

Al menos nos desharíamos del mito del progreso y la gente permanecería más tiempo en silencio o terminaríamos sonrientes en un masivo paro cardiaco tras comprender la grandiosidad de la comedia humana.

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