4.18.2007

Los verdaderos colores del viento

Hay preguntas que valen por las averiguaciones que causan y no por las respuestas que se ofrecen para satisfacerlas, probablemente no habrá respuesta que no sea sólo provisional. De alguna forma todos los que buscan tales respuestas sufren del carácter transitorio de sus mejores obras, sabiendo de antemano que esa no es excusa para dejar de buscarlas. Pintar el mar con agua de mar sabiendo que el mar es más que sólo agua salada.

Hay, pues, una necesidad por discurrir entre la insensatez y la razón sabiendo que la una informa a la otra, ahí donde se no se razona, pero la razón se nutre de las mayores virtudes y defectos del lenguaje. En los sitios en los que no se puede hablar filosóficamente, pero se reconoce que el filósofo, en la silenciosa soledad del estante de biblioteca, sabe que su mayor suerte no es aclarar un punto sino unirse a una tradición de búsqueda, al movimiento que causa y continua moviendo.

Por eso no es sólo interés la razón por la se escucha a quien se pregunta sobre cuál de dos preguntas es la correcta ¿Qué es el arte? ¿Cuándo es arte? Hay que atreverse a escoger una, ambas o una tercera que las incluya o rechace, hay que decir si es sólo un poco de tinta sobre un pedazo de papel, una piedra, un montón de palabras, hablar sobre la experiencia, la experiencia comunitaria o decir que nunca es común.

Pero el problema con todo lo que se estudie de lo humano es que no es sólo una cosa. Por más que puedan apilarse estadísticas objetivas o críticas, el asunto es que nuestro conocimiento de las cosas podrá llamarse real o verdadero en tanto participe también del lado profundamente humano que transita entre la conciencia y el impulso, tránsito que causa y efectivamente es causado no por la simple oposición o diálogo, no por el origen y destino, sino por todos los elementos pequeños y grandes que distinguen, armonizan y unen lo meramente animal y lo meramente civilizado, pues quizá lo humano se distingue no cuando se realizan las preguntas o se ofrecen respuestas, más bien cuando se embarca en la búsqueda de estas preguntas y respuestas, incluso cuando su relevancia universal sea nula o a pesar de que sea algo de vida o muerte.

Lo místico, lo absurdo, la búsqueda de verdad, el arte, no valen por su aporte de respuesta sino por su carácter humano, intentar escapar a este caracter humano en pos de objetividad en sus definiciones nos aleja de nuestro propósito, comprender que son fenómenos que nos transforman y que transformamos con sólo pensar en ellos, que arte, filosofía y ciencia son, pues, esta búsqueda que transformamos y nos transforma y que, cuando tratamos de explicar, lo harémos en círculos o en expresiones románticas; será acaso que no hay arte o Arte, sino lo que hagan los artistas. Sirva la siguiente de ejemplo: Altamira, quizá sea mágia simpática lo que impulsó el pincel, quizá privación sensorial y alucinaciones sagradas, quizá representación histórica-narrativa. Pero si nos esforzamos y miramos los juegos de líneas y puntos, las manos pintadas como un "esta boca es mía" se ven en esa cueva, igual que en cuadros de museo, lo que para uno de nosotros fueron los verdaderos colores del viento.