6.23.2006

Hoy.

Mi abuelo al hablar de las arrugas en su rostro decía: "el tiempo no pasa, se queda". Jamás consideré discutir con él si tenía razón o no, el viejo siempre la tenía, entonces no comprendía todo lo que su frase podía encerrar porque hablaban los años que llevaba a cuestas, años que yo apenas empezaba a cargar.

En cada uno de los pliegues de su rostro había una historia, pero nunca estaban todas presentes. Cuando sonreía aparecían algunas, cuando enfurecía otras y cuando cerró los ojos por última vez supe que había muchas más de las que imaginaba, sonreía y con él se fueron todas.

Hoy sigo creyendo que tenía razón, pero tengo que hacer mía su frase. Creo que, para ser más precisos, el tiempo se esparce. A veces fluye, ora se detiene. A veces decir "ahora" es hablar de una vida entera. A veces todos los días parecen unirse en uno solo. Así, sin conocimiento alguno de física, comprueba uno que el tiempo es relativo y que la realidad se compone de una delgada tela hilada que hace imposible separar al espacio del tiempo. Una simple idea se esparce entre cuatro paredes hasta ocupar todo el cuarto y no importa si se duerme o se sale de casa, nada interrumpe su estancia; permanecerá hasta que sea hora de que comience a perseguirnos, a aparecer a la vuelta de una esquina, en el coche, etc. El tiempo, por fatal o inmisericorde que sea, dejará de transcurrir, permanecerá fijo, aún cuando cambien las horas o se sucedan los días. Entonces la idea se revela, se rebela.

Hoy el tiempo desapareció al doblar una esquina. Desapareció por siempre. Se confundió con un sueño. Un deseo. Un encuentro. Hoy comenzó hace ya un par de semanas y apenas está terminando. El aquí permanece insondable. El ahora pernocta una noche más.

Si alguno me dijera que el final de Hoy atestiguará que nada puede durar por siempre. Que el tiempo siempre vuelve sin que tengamos que ir a buscarle o bien que nunca se fue de verdad. Diré que tienen razón, pero erraron la forma que tienen de mirar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El tiempo ni pasa ni se esparce. El tiempo es sólo lo que queramos de él.
Cada quién se rebela ante lo que puede o contra lo que conoce, pero la verdadera rebelión es contra el tiempo mismo. Del modo en que nos acecha cuando estamos solos o en compañia, de cómo nos vigila mientras esperamos.
Pero al recordar lo vivido a través del tiempo, éste se vuelve nuestro compañero de travesuras y paralelismos.

Anónimo dijo...

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